miércoles, 7 de mayo de 2014

Sin teta, no hay paraíso (o sobre lo que significa la crianza natural)

«Queridos papás,
Ya sé que es complicado entender que con dos años pueda escribir esta carta, pero ¡coño! ponerle la mitad de imaginación, paciencia y esfuerzo que cuando me obligáis a engullir los putos potitos de mezclas imposibles e indeseables de cada día, y seguro que lo conseguís.
Llevo dos años en este mundo loco e injusto y ya voy enterándome de cómo va el percal, aunque no os lo creáis. Y tengo que deciros que sois unos egoístas. Sí, mamá, no pongas esa cara de sorprendida. ¿Que por qué lo digo? Pues preguntadle a los padres de Luisito, el hijo de los vecinos del cuarto, y seguro que lo entenderéis rápidamente. Aunque yo os lo explico, tranquilos...


Punto uno.
Luisito está encantado de la vida. Desde que nació se ha pegado unos festines de teta que alucinas. Ya casi tiene tres años y todavía se pone "morao". Pero yo no. Con lo que a mí me gustaba comer de la teta... ¡Qué buena estaba la leche! Y qué feliz que me sentía en tu regazo, mamá, calentito y protegido de todo... En fin, una pena. Y todo porque me apetecía comer a cualquier hora, incluso por la noche. ¿Cómo no me va a apetecer quedarme dormido con la teta en la boca, saboreando esa leche tan rica? ¡A quién no! No lo conozco pero te puedo asegurar que es como estar en el Paraíso. ¿Cómo lo llaman? ¿A demanda?... Pues sí, a demanda mamá, a demanda.
¡Joder, ¿es que vosotros no coméis cuando tenéis hambre? Pues yo también, coño! Pero nada, a los cuatro meses, el gilipollas de la bata blanca, que ni me conoce y siempre me pone de mala ostia, os dijo que me metierais en la boca un artefacto que sabe a plástico y que suelta la leche a chorros «porque así soltará la teta y es más cómodo para todos». En ese "todos", lógicamente entendí que no entraba yo, claro. Eso sí, es más importante dormir a pierna suelta, ¿verdad, papá?... Ahí empecé a entender en qué consiste ser un bebé.
Y claro, al final te acostumbras como se acostumbra papá a levantarse todos los días por la mañana: porque no hay más remedio.

Punto dos.
Luisito duerme con sus papás en la cama. ¿Te suena raro, mamá? Pues yo digo que ¡vaya suerte que tiene el Luisito! Dice que se despierta por la noche y su mamá le abraza y si no se consigue dormir, ¡le da un poco de teta en la cama! ¡El no va más del placer, vamos! ¡Así cualquiera! Pero yo no. Yo me tuve que ir a mi habitación a los siete meses a dormir solo en una especie de jaula como la que tienen los leones del circo donde estuvimos el otro día. Ya entiendo por qué estaban tristes y se enfadaban y gruñían tanto... Normal, no mola nada dormir solo. No hay teta ni nadie te abraza y, a veces, hace frío...
Y encima, ¡me plantáis un peluche comiéndome la jeta! ¡Así no hay quién duerma, mami! Pero como tampoco hay remedio, pues te vuelves a acostumbrar, claro. Bueno, porque no hay más remedio y porque me quedaba sin fuerzas de tanto llorar y patalear y claro, al final me quedaba sopa. Y vosotros como si nada, como el que oye llover.
Luego Luisito me ha contado que la culpa de todo la tiene un tal Estivill que tiene un método infernal para dormir a los bebés, que se llama "Duérmete niño". Y que al parecer, muchos padres lo utilizan. Los míos entre ellos, parece.
"Jódete, niño", diría yo. Maldito bastardo reprimido el tal Estivill. Otro más que os ha comido el tarro, mamá.

Punto tres.
Aquí habéis rizado el rizo, creedme. ¡Qué tortura! Mientras vosotros os coméis el pan, las judías, el pollo o los guisantes como dios manda, a mí me toca el puto potito. Que sí, que me dirás que también lleva pollo, judías y guisantes, pero qué quieres que te diga, yo no lo veo por ningún sitio, y más bien sabe a rata y a caca de oveja. Pero la sociedad del consumo y de las normas pre-establecidas, os la ha vuelto a meter doblada.. Potitos y más potitos. Y algunos a hacer caja con mi sufrimiento.
El otro día la mamá de Luisito me dio un trozo de pan y ¡joder!, ¡es que no hay punto de comparación! Y además, mamá: ¡que no soy gilipollas! Que por mucho avioncito que me hagas ya sé dónde acabará esa cuchara, y paso. En definitiva, tengo dos opciones, o llenarme la tripa hasta arriba de pota para que me dejes en paz, o quedarme sin comer e irme a dormir a la jaula, solo y con el peluche de los huevos mirándome con los ojos saltones. Todavía no he decidido cuál es la peor opción, te lo garantizo. ¡Pero es que os creéis que tengo el estómago de Óbelix! Y en serio, mamá, si cierro la boca es porque no tengo hambre o no me gusta la puta papilla, que no es por joder... hazme caso y dame un par de guisantes, a ver a qué saben, porfa...

Punto cuatro y concluyendo, que voy teniendo sueño.
Queridos papás: tengo sólo dos años, o casi. Seguramente la sociedad en la que vivís y en la voy a vivir, os haya convencido de lo contrario durante décadas, pero no os estoy poniendo a prueba, ni estoy desafiando las normas, ni sé más que los ratones coloraos, ni gilipolleces de esas, que por cierto, me da la impresión que los ratones de ese color ni existen. Sólo soy un bebé, un niño pequeño de dos años.
Si os dicen que es mejor que duerma solo, no os lo creáis. Me encanta teneros a mi lado y sentirme protegido porque sé que estáis ahí, y si me duermo, no me pasará nada.
Si os dicen que no me abracéis cuando me queje o llore porque me acostumbraré a los brazos, entonces creéroslo, pero por eso no dejéis de hacerlo. Ni ahora, ni nunca. O algún día le pediré a otra persona esos abrazos y ya no necesitaré los vuestros.
Si no me como la papilla para perros, ni me bebo el biberón con agua y polvos, ni los cereales insípidos, ni todas esas mierdas que venden para engordar pollos, tranquilos. No voy a morirme de hambre. Tengo una cosa que se llama instinto que me empuja a alimentarme, como a vosotros. ¡A mí también me gustan los tallarines! 
No quiero joderos la vida o complicaros la existencia. No estoy todo el día pensando en romper cosas ni disfruto electrocutándome o dándome ostias cada dos por tres, os lo aseguro. Así que no me peguéis en el culo, que encima lo tengo cagao...
No estoy aquí por decisión propia, por lo que si me acompañáis a conocer, a experimentar y aprender cada día más de este asunto de vivir, os lo agradeceré siempre y trataré de aprovecharlo.
Si tiro un florero, el primero que se asusta soy yo.
Y si luego lloro, es porque quiero que mamá me coja, me abrace, me haga reír y me llene de besos, como hace papá contigo cuando tú también te pones triste.
Mamá, papá... creedme, sin teta, no hay paraíso.

"Nos educan para ser productores y consumidores, no para ser hombres libres" 
(José Luis Sampedro)» 

Autor: Nowhere Man, de http://elhombredeningunsitio.blogspot.com.es/
Texto: "Sin teta, no hay paraíso (o sobre lo que significa la crianza natural)"
Fuente: SagrA-42 (periódico mensual gratuito de la Comarca de La Sagra). Julio 2013. Número 9.

6 comentarios:

  1. Jajaja Me río un poco por no llorar. La verdad es que el ejercicio de ponerse en el lugar del niño de vez en cuando no está mal (empatía creo que lo llaman...)

    Un beso guapa!

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    1. Sí, está escrito con ese punto irónico y sarcástico que le quita hierro al asunto pero tienes razón, en plan serio, da penita el pobre. Mucha empatía hace falta!

      Besos, linda!

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  2. ayyy me encanta! Me lo lei ayer por la noche y lo guardé en favoritos para volver a hacerlo. Como mama de criaturita de 20 meses que colecha,mama etc no puedo estar mas de acuerdo!
    Tan solo una diferencia... mi hijo odia la comida a trozos y le encantan los purés, pero los que le hace su mamá,no los de bote ;)
    Con permiso, compartiré en fb y twitter. Besoss

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    1. ¡Me alegro de que te guste, mari chollos! :)
      Tu peque come por elección propia, que es lo ideal, no por obligación y a la fuerza.
      Eres libre de compartirlo, su autor es otro apasionado de la crianza con apego y el respeto a los niños. ¡Y hay que remover conciencias! ;)

      Un abrazo! Gracias por pasarte por aquí :D

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  3. Me he reído un rato, de verdad.
    Yo con la comida no tengo problema, mi hijo tiene 13 meses y le gustan tanto los potitos como los trozos, y si son las dos cosas en cada comida, mejor aún.
    Mi hijo odiaba la cuna con toda su alma y conmigo no dormía porque estaba todo el rato pendiente del pecho, así que lo he pasado a la cama, en el mismo cuarto que su hermanita, y genial. Los dos duermen contentísimos juntos.

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    1. ¡Qué bien! Habéis sabido encontrar un equilibrio que respete las necesidades y los gustos de todos, especialmente de tu hijo pequeño. ¡Genial!

      Un abrazo y gracias por compartirlo aquí :)

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