lunes, 3 de febrero de 2014

Mi lactancia... exitosa


Continuamente (por desgracia) oigo y leo historias de lactancias frustradas, complicadas o con frecuentes problemas. Mujeres valientes que hacen frente a las dificultades para sacar adelante sus lactancias (independientemente de que lo consigan o no) y, que además, lo cuentan.

Por lo que solía pensar que sería una frivolidad hablar de lo bien que me ha ido a mí entre tanto sufrimiento...

Pero he cambiado el chip, creo que es realmente importante que mujeres que hemos conseguido una lactancia placentera desde el primer momento, hablemos de ello, contemos que es posible, que ¡se puede!.

Así que ahí va mi historia:


Mi Lactancia Satisfactoria


Fuente: Bebés y más
Pertenezco a una generación criada con lactancia artificial (casi prácticamente). En mi entorno, los pocos bebés que había eran alimentados con fórmula. La publicidad, durante años, sólo nos ha mostrado niños con biberón. Así que en mi subconsciente, como en el de la gran mayoría, estaba la idea de que era lo normal.

Realmente no recuerdo cuando rompí con esa idea... Sólo sé que lo hice. Leí mucho sobre el tema, me informé, me conciencié... ¡Lo tenía claro! Era la única opción. Ni siquiera era una opción. No cabía duda de que era lo más beneficioso para mi hija. Y lo más natural (tanto en el sentido de normal como de ecológico). Recuerdo que, estando embarazada, una de las preguntas que siempre me hacían era “¿Le vas a dar el pecho?". En aquel momento me sorprendía bastante, incluso me molestaba... “¡¡Pues claro!!", pensaba yo. Pero, por miedo a que algo me lo impidiera (y por no ofender, en muchos casos), solía contestar “Eso quiero".

Entre las cosas que había leído estaba la posible relación entre el uso de la oxitocina sintética y el mal establecimiento de la lactancia. Tampoco me preocupaba demasiado porque tenía claro que no quería oxitocina ni epidural durante el parto, pero las cosas, a veces, no salen como quieres y, finalmente (puede que en otra ocasión escriba sobre ello), me enchufaron el pack completo, oxitocina y epidural. 

24 horas después de haber roto aguas me pusieron a mi niña sobre el pecho y nos llevaron a una sala diciéndome que enseguida venían a ayudarme con la lactancia...

No sé si fue el instinto pero no esperé, simplemente acerqué la nariz de mi bebé a mi pecho y, casi inmediatamente, ella encontró el pezón con su boquita y empezó a mamar. Por suerte (o porque no le di opción), la oxitocina sintética no interfirió en nuestro primer contacto con la lactancia.

Edición de "Womanly Art of Breastfeeding", de La Leche League (1977). Ilustración de Joy Sidor. Vía Flickr.

Otra de las muchas cosas que había leído era la posición correcta de la boca del niño sobre el pezón, así que, tras cerciorarme de que estaba haciendo una buena succión, me dormí agotada. Recuerdo oír, entre sueños, a la matrona diciéndome que si notaba que la niña dejaba de mamar, la acariciara, frotara suavemente o ¿¡pellizcara!? (esto último no sé si lo dijo ella o lo oí en otra parte).


Dos horas más tarde nos subieron a la habitación...


Ay, siempre he sido muy pudorosa, ¡¡¡pero mucho!!! (podéis preguntarle a mis amigas de toda la vida). 

¿Cómo iba a compaginar el dar el pecho a demanda con ese pudor?

Tenía que resolverlo rápido porque pronto la habitación se llenaría de visitas... No me dio tiempo a pensarlo demasiado, la necesidad venció a la timidez por sí sola. Mi hija tenía que mamar estuviese quien estuviese, y no pensaba esconderme. Cuento esto porque, si bien podría ser para otra entrada, creo que es algo que, directa o indirectamente, puede frustrar muchas lactancias (sí, hay madres que por vergüenza prefieren dar un biberón a sacarse la teta en público*).

Debo decir que en los dos días que estuve ingresada, sólo vinieron a interesarse por si iba bien la lactancia en una ocasión y fue para darme un biberón de suero glucosado ¿O_o? Nadie me había examinado o tan siquiera preguntado si la niña mamaba (es posible que me vigilaran sin que me diera cuenta...¿?). Pero allí apareció una enfermera decidida a suministrarle a mi hija su primer suplemento porque lo llevaba anotado en una lista. Por supuesto, se fue igual que vino, con el biberón entero.

Reconozco que, los primeros días, tuve molestias entre algunas tomas, casi siempre poco antes de que mi hija comenzara a dar muestras de querer teta. Los pechos se me hinchaban mucho, se ponían muy duros y comenzaban a gotear; el más leve roce me dolía pero, en cuanto la niña volvía a mamar, desaparecía, así que no le di demasiada importancia.

Antes de darme el alta, mientras comprobaban que todo (me refiero a la zona de mi cuerpo más vista y manoseada en esos tres días) estaba bien (a su juicio, claro, porque para mí aquello estaba destrozado), una “delicada" doctora me apretó, sin previo aviso, uno de mis sensibles pechos rebosantes de leche. ¡Casi la muerdo! ¡Qué dolor! Y me dijo, echándome la bronca, que si no sabía que me tenía que poner compresas de agua caliente e ir masajeando para sacar el exceso de leche o, de lo contrario, se me iba a obstruir el pecho... 

Durante unos cuantos días más tuve que lidiar con esas “subidas" de leche pero, siguiendo el consejo de la “simpática" doctora, me aplicaba una toalla previamente mojada con agua caliente y un masaje para descongestionar la zona o, si tenía oportunidad, me daba una ducha calentita (era lo que más me aliviaba) y, seguidamente, le ofrecía a mi hija el pecho, procurando que mamara del lado que notaba más duro. Y, ¡adiós problema!. Por supuesto, siempre a demanda, también por la noche, pues es esencial para el buen establecimiento y la continuidad de la lactancia.

También quiero mencionar varias cosas que no hemos usado nunca y que, sobretodo al principio, pueden ser enemigos de la instauración de la lactancia:

  • Chupetes, (en plural) a pesar de que suele ser un regalo habitual por parte de familiares, amigos y revistas infantiles.
  • Tetinas (también un regalo recurrente). Cuando probó el primer biberón (y último, porque ni ese quiso tomarse) de mi propia leche extraída, la lactancia ya estaba perfectamente establecida.
  • Consejos ajenos y preguntas juiciosas. Confieso que de estos no he recibido muchos, no sé si porque directamente he hecho oídos sordos y me quedo sólo con lo bueno, pero recuerdo más palabras amables y elogios que otra cosa.



 Foto: Magaceda

Y desde entonces, seguimos lactando feliz y satisfactoriamente, 18 meses ya (y los que queden). Para sorpresa de muchos y orgullo de otros. Y lo más importante, para disfrute de mi hija y mío propio.



* No es mi intención juzgar a esas mujeres, ni su decisión, simplemente quiero remarcar un hecho frecuente, consecuencia de una sociedad hipócrita que por un lado tolera la imagen de la mujer como un objeto y por otro discrimina a las madres lactantes en espacios públicos.


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2 comentarios:

  1. La verdad es que tienes razón... Hay que hablar más de las lactancias satisfactorias. La mía esta siendo muy parecida a la tuya: al principio algo de ingurgitación y 17 meses de gozo. Habrá que difundir la buena nueva!!!

    Saludos!

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    1. Gracias, BuggyMama!! Creo que de la ingurgitación nos libramos pocas al principio... Me alegro mucho por vosotras!
      Y ya sabes, anímate a difundirlo!

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